lunes, 19 de marzo de 2018

‘S.O.S.’ Baloncesto: cuidar la competición, proteger su futuro

¿De quién es el baloncestoNo es de nadie y es de todos, pero sobre todo lo es de los aficionados, de los valores sociales y la educación, de los chavales y del futuro, de la pasión por el deporte sano. Es además patrimonio de los jugadores, de los entrenadores, preparadores y árbitros. Por último, también debe serlo de sus dirigentes, comités, organizadores y gestores, así como de los patrocinadores e impulsores que lo hacen posible, pero sin olvidarse nunca de que su papel debe velar por la responsabilidad y continuidad de sus competiciones, por el respeto al juego limpio y por hacer sostenible un modelo global como hasta ahora, sin excluir ni limitar las posibilidades del resto de actores del juego. La avaricia rompe el saco cuando unos pocos quieren quedarse con todo el pastel y echar de la pintura al resto.
Es triste, pero corren tiempos convulsos en un deporte tan natural y fresco como frágil; tan necesario y valorado como amenazado por el canibalismo de la competición. El hombre es un lobo para el hombre, y el baloncesto lo está sufriendo en sus carnes, en especial desde este último año. El choque de trenes que supone la escasez de recursos (jugadores, calendario y financiación) con la avaricia y el egoísmo de ciertas competiciones privadas está poniendo en serias dificultades la conciliación del baloncesto profesional tal y como lo conocemos, a todos los niveles.
El conflicto se plantea, para todo el ámbito baloncestístico europeo, cuando Euroliga (asociación privada formada por varios de los clubes más potentes de Europa) decide romper el equilibrio, ya de por sí inestable, que existía entre ella misma y las ligas, las federaciones nacionales (ACB y FEB en España) y la FIBA (máximo organismo mundial de baloncesto). En su ansia de crecer y organizar una competición a modo de “súper liga europea exclusiva”, donde el formato se basa en un núcleo permanente de equipos y varios invitados, transforma su competición invadiendo y arrasando el espacio de las demás, de manera que expande su calendario, el número de partidos y la intensidad y frecuencia de los mismos. Provocando con ello un efecto dominó muy pernicioso en el que nadie gana realmente y el baloncesto pierde, poniendo en jaque su propia supervivencia:
–        La coincidencia de los partidos de Euroliga con los de clasificación para competiciones FIBA (Mundial/Eurobasket) y Juegos Olímpicos, fuerza a los jugadores a elegir entre acudir con su selección o disputar los partidos de Euroliga con su club.
–        Fuerza además a los clubes a posicionarse de manera intransigente en la cesión de sus jugadores para la selección por la disputa de la competición continental.
–        Provoca una ausencia notoria de los principales jugadores en sus selecciones nacionales, lo cual machaca el equilibrio histórico y merecido de las grandes potencias, poniendo en riesgo su clasificación y disputa de los grandes torneos de selecciones.
–        Genera conflicto entre los organismos federativos y los propios jugadores por el reglamente específico respecto a los compromisos de selecciones, dificultando los acuerdos y la gestión del día a día entre los estamentos nacionales deportivos, envenenando unas relaciones ya de por sí intensas.
–        Provoca un acordeón en el calendario, una excesiva acumulación de partidos, un gran impacto en la salud de los jugadores y en la calidad del juego, así como un desgaste tremendo respecto al reclamo y expectación de los grandes partidos europeos, que por repetidos se vuelven manidos.
–        Fuerza también a las ligas nacionales a restringir el número de equipos para mantener su competitividad como producto de entretenimiento y mantener su atractivo cartel, a proteger sus activos, ajustando y trastornando a los equipos, y también su planificación y horarios.
–        Lo anterior repercute en los más débiles, categorías inferiores y amateurs, pues se reducen las oportunidades deportivas y económicas para los que vienen desde abajo (número de equipos de ACB, ascensos y descensos desde la Liga LEB Oro, menos recursos para promoción del baloncesto en categorías inferiores, etc).
–        Provoca un reparto desigual e injusto de los recursos económicos que el mercado del baloncesto genera a través de los patrocinadores y sponsors de las competiciones, maniatando a varios de los actores principales y poniendo en riesgo a todo el ecosistema financiero del baloncesto europeo.
–        Genera engaño y confusión en el aficionado, le priva sus derechos a un espectáculo más racional y sostenible en el tiempo, le sobreestimula con tanto partido repetido, baloncesto exprimido de un solo tipo y competición, y le niega un equilibrio de jugadores y juego natural en la pista a lo largo del año.
–        Una competición demasiado artificial provoca un empacho de producto, una peor gestión del espectáculo, ahogamiento económico de la llama financiera, y por tanto un riesgo elevado de una bajada de audiencia y de seguimiento.
–        Desatender la demanda social y deportiva de la afición por ver a los mejores en cada momento del año, por mantener la diversidad de los torneos y la esencia diferencial de cada uno, que es lo que en conjunto enriquece este deporte, es un atropello poco inteligente que empobrece el cartel global del baloncesto.
–        Finalmente, provoca que el futuro de este deporte, los jóvenes jugadores y aficionados, tengan menos recursos a su alcance para su desarrollo y promoción, vean una realidad distorsionada del baloncesto y sus competiciones. Poniendo en riesgo su interés y mermando sus opciones de participar y disfrutar de su deporte, se crea el caldo de cultivo para la fuga de su atención hacia otras disciplinas.
Por todo ello me pregunto, ¿dónde vas, Euroliga? ¿Qué crees que vas a conseguir, a la vista del panorama y perspectiva actual? Las dictaduras nunca fueron sanas para nadie y no lo serán para ti. El baloncesto nunca fue de nadie en exclusiva, y menos tuyo. No es de recibo tensar la cuerda de esta manera, crispando a los estamentos del baloncesto y poniendo sus activos entre la espada y la pared. No es justo que unos cuantos pongáis en riesgo un deporte universal bajo un foco de avaricia personal, que nos privéis a todos de una solución compartida que deje de ahogar la competición de esta manera, y no limite su sostenibilidad a futuro. Es injusto y egoísta, Euroliga, es ingrato para los aficionados que amamos este deporte, es irrespetuoso con el “fair play” de la competición. Es anti-ejemplar para los más jóvenes, y te hace esclava a ti misma de tus decisiones erróneas a futuro.
Es una situación tan difícil y tan sencilla a la vezEuroliga, porque solo depende de ti. Se trata de cambiar el foco y ser generoso, de compartir competiciones, recursos y espectáculo para hacerlo más grande y mejor entre todos, que son precisamente los valores principales del baloncesto: ser solidario, comprometerse y crecer juntos. No me resigno a que te lleves el baloncesto por delante, Euroliga, a que no negocies con sentido común con los demás socios del sector, a que abras una puerta a la cordura para preservar la naturalidad de este deporte, a que te dispares un tiro en el pie y con ello arrastres a todo el baloncesto a perderse lo mejor de su esencia y de sí mismo.
¿Quién imagina hoy por hoy  un Mundial o unos Juegos sin España, sin Croacia, sin Lituania, por motivos extra-deportivos que merman deliberadamente el rendimiento de estos equipos? ¿Quién imagina una ACB,LEB, EBA, etc, más pobres y escasas, de apenas una decena de equipos, destruyendo el tejido baloncestístico nacional, y relegando el desarrollo del mismo a un puñado de afortunados? ¿Quién imagina a los aficionados aborreciendo partidos como Madrid-Barça, Panathinaikos-Olympiacos, o CSKA-Maccabi, por empacho temporal? ¿Quién imagina el canibalismo del baloncesto por su propia avaricia privada? Nadie lo desea, ninguno lo imagina, y ello no ocurrirá si tú actúas a tiempo y rectificas, Euroliga. Enrocarse no vale de nada, y plantear una y otra vez la misma propuesta no es negociar, es ser autoritario y déspota sin voluntad de acuerdos. Ejerce tu responsabilidad acorde a lo que representas, Euroliga, y sé digna. Protege el juego, las competiciones y los jugadores, y no sólo tus intereses económicos.
Seamos sensatos y cuidemos el futuro del baloncesto. Es patrimonio y responsabilidad de todos, es alegría y necesidad del sector, es esperanza y continuidad que vertebran la sociedad. Frente al negocio extremo, deporte sostenible, frente al ego y la avaricia, valores y unidad de todos. Euroliga, ahora te toca a ti. Yo creo en una solución positiva, en un proyecto conciliador, porque es lo que me han enseñado el propio deporte. Si ganamos todos, gana el baloncesto.
Images: “Pure Basketball Academy”

domingo, 4 de marzo de 2018

Modernizar el fútbol para proteger la gallina


El fútbol es el deporte más practicado y más seguido del planeta. No se sabe si una cosa lleva a la otra o la otra lleva a la una, si fue antes el huevo o la gallina. Pero el caso es que esta gallina que pone tantos huevos de oro, hay que protegerla y evolucionarla.

El fútbol necesita modernizarse y adaptarse a la nueva demanda deportiva, la nueva realidad social y a los modelos de negocio que está generando su industria. Los máximos organismos internacionales de este deporte (FIFA y UEFA), así como las federaciones nacionales y las ligas profesionales de cada país, actúan como un dinosaurio poco flexible al que le cuesta moverse, con mucha reticencia a cambiar reglas y procedimientos, y cuando lo hace es poco ágil. Los dirigentes del fútbol se resisten demasiado; les cuesta sobre todo tomar decisiones que mejoren y hagan más sostenible y más vistosa la competición.

La demora en la llegada del VAR es un ejemplo claro. Ha costado mucho tiempo de negociación, de dudas, de pruebas, de disyuntivas y moratorias. De que nadie perdiera su trozo del pastel y de cómo rentabilizar y acoplar este sistema a la competición. Parece que verá la luz en el próximo Mundial de Rusia y a partir de ahí en las principales competiciones europeas. Aleluya, ya era hora. La tecnología nos facilita la vida en muchos otros sectores desde hace mucho tiempo, y debe actuar de la misma manera en el fútbol, donde se mitiguen al menos los errores que se pueden juzgar en las situaciones objetivas.

Las subjetivas, es otro cantar que hace referencia a la imperiosa necesidad de mejora, unificación de criterios y simplificación de las interpretaciones arbitrales en jugadas sensibles y con mayor impacto en el juego: penaltis, manos, tarjetas, expulsiones, simulaciones, comportamientos violentos o antideportivos, etc. Aquí también hay mucho margen de desarrollo y mejora si los estamentos competentes deciden actuar y ponerse de acuerdo en condiciones, en fijar criterios firmes y menos sujetos a libre interpretación. Y que sean abiertamente comunicados, aceptados y conocidos por todos los agentes de la competición: jugadores, técnicos, aficionados, comités, etc. Debería permitir la convergencia respecto al juego limpio y a la justicia equitativa con aceptación múltiple.

Otra mejora a la vista, que ha tardado demasiado en llegar, es la inclusión de un cuarto cambio. En el Mundial de nuevo se probará, aunque solamente durante la prórroga. Los jugadores son el origen y el valor más alto que tiene el producto fútbol, y hay que empezar a preocuparse por cuidarlos de verdad. Viendo que cada vez hay más competiciones, más exigentes y largas, el calendario está inundado de partidos sin dar respiro, y el apetito y la exigencia del espectador y del negocio crecen insaciables por ver jugadas, goles, jugadores y partidos más espectaculares, se hace imprescindible dosificar a la gallina para que sus huevos sigan siendo de oro. Proteger la salud de los futbolistas, limitar sus minutos sobre el campo para que puedan rendir mejor, lesionarse menos y prepararse para participar en las competiciones con garantías, es una medida de cuidar también el espectáculo y el negocio de la misma manera. Bienvenido sea el cuarto cambio, o el quinto y sexto si fueran necesarios. O incluso jugar con doce jugadores, cambiar la duración de los partidos o aumentar los descansos. No debería haber límites a las soluciones imaginativas y efectivas para adaptar y preservar la salud del fútbol, siempre con sentido común y consenso.

El fútbol tiene que modernizarse también mirando hacia los lados, a sus deportes vecinos y en cómo estos mejoran y manejan los avances: baloncesto, tenis, balonmano, ciclismo, etc. Competiciones que llevan años de ventaja al fútbol en la introducción rápida y evolutiva de mejoras, de tecnología, de adaptación natural.

Y también debe mirar el fútbol hacia arriba; desde el terreno de juego hacia el palco, los despachos, las instituciones. No son gratos, y hacen mucho daño, los ejemplos que hemos tenido en los últimos años acerca de cómo se maneja la política del fútbol, los oscuros métodos de gobierno y la corrupción que salpica a sus dirigentes. El deporte rey debe sanearse en sus órganos de más alto nivel, con más transparencia, mejores procesos electorales, mayores medidas de control, limitación y separación de responsabilidades y poderes, exigir cuentas claras y evaluación independiente. Con el objetivo de regenerarse y ser un ejemplo limpio y sostenible, socialmente admirado y consistente con los valores que debe promover.


Capítulo aparte, para terminar, debe ser la ampliación, aplicación efectiva y supervisión férrea de las reglas del “fair play” financiero. De momento éste parece un arreglo superficial de cara a la galería, una voz de la conciencia que indica el buen rumbo, pero ha de implantarse con políticas y mecanismos efectivos que prevengan de manera real los comportamientos fraudulentos, engaños y quiebros a las reglas comunes, que protejan la competición y la equilibren de verdad. El valor de los jugadores y los clubes debe ser tangible y fidedigno, sostenible de manera veraz, y debe protegerse a sí mismo de burbujas financieras, magnates o jeques y demás élites caprichosas que ponen sus ojos en el fútbol cual juguete de usar y tirar.

El fútbol debe respetarse a sí mismo y luchar por mantener el equilibrio competitivo de los clubes por magnitudes de mercado y volumen social objetivo, respaldadas de manera robusta para hacerse fuerte ante los villanos que pretenden convertirlo en un polvorín privativo, en el que sólo unos cuantos expriman el jugo de este zumo o se coman todos los huevos de la gallina, y los demás no accedan ni a las migajas de un patrimonio que ha sido y deberá seguir siendo de todos.

Hay mucho más por hacer, pero estos ejemplos pueden ser un buen comienzo. Sólo con medidas deportivas, sociales, políticas y económicas tomadas de forma ágil, efectiva y flexible, transparente y justa para todos, este deporte evolucionará a mejor, y su industria será más saludable y sostenible a largo plazo. Señores del fútbol, tomen nota, empiecen a hacer los deberes en condiciones y garanticen así la continuidad de esta maravilla de espectáculo que es el fútbol, que pide a gritos protección, evolución, madurez y responsabilidad para seguir emocionando al mundo como pocas otras cosas son capaces de conseguir.