La selección española de baloncesto femenino ha conseguido una extraordinaria medalla de bronce en el campeonato del mundo de Tenerife 2018.
Es, más que nunca, fruto de un trabajo y sacrificio descomunal de todo
un equipo. Detrás hay horas interminables de preparación, de análisis y
planificación, de trabajo físico pero también mental. Hay
jugadoras que han llegado muy mermadas físicamente, con poco rodaje o
recuperándose en tiempo récord de lesiones. Muchas han jugado con dolor,
con molestias o con limitaciones que a contrarreloj se han ido tratando
de solventar durante esta larga preparación de más de tres meses, para
llegar como fuera a cada partido de esta intensa semana de mundial. El
espíritu incansable de este equipo no sólo se ve dentro de la cancha,
también fuera. Han hecho lo imposible para estar ahí arriba, compitiendo
a pesar de todos los obstáculos. La capacidad de superación ha sido
posible gracias a su mentalidad, a su fuerza de equipo.
Unas a otras se contagian de ganas, de ambición, de lucha. Y de
baloncesto, de su juego colectivo y de su identidad propia, el estímulo
que las ha hecho grandes de nuevo.
Este equipazo lleva más de dos décadas estando en casi todas las fases finales de los grandes campeonatos femeninos, que ya es un mérito tremendo. Y además, en todos ellos compitiendo al máximo nivel. Lleva sin bajarse del pódium desde 2013, consiguiendo seis medallas en otros tantos años (dos oros y un bronce europeos, una plata y un bronce mundial, y una plata olímpica). Números impresionantes para una selección que está entre las mejores del mundo año tras año. Llegar es difícil, pero mantenerse en la élite es extremadamente exigente y complicado. Y sostener el nivel transgeneracional es un reto que se mantiene a base de compartir la ilusión, la entrega y saber transmitir los valores del equipo de unas a otras. Hay que quitarse el sombrero, aplaudir y agradecer sin parar, y pellizcarse para disfrutar de esta época histórica que estamos viviendo, un ciclo que parece siempre tiene relevo.
Las jugadoras son la cara más visible, el rostro de la superación común, pero detrás de ellas y su éxito hay todo un plantel que consigue hacer que esto sea “La Familia”. El cuerpo técnico con Lucas Mondelo a la cabeza, los preparadores, analistas, auxiliares y personal de apoyo. El equipo de coordinación, gestión y ejecución de la Federación Española de Baloncesto. Todos ellos llevan años trabajando y sembrando el futuro desde una idiosincrasia familiar y de confianza en el grupo. Especialmente en los últimos años, el baloncesto español ha proyectado un modelo de trabajo basado en el talento natural, la confianza, la solidaridad y la resiliencia común entre sus miembros. Una comunidad inclusiva, que actúa con los vínculos propios de una familia, y que otorga a todas las categorías de la selección española el equilibrio, la cercanía y la sencillez desde la que se comen el mundo.
Por eso en este mundial, el sueño de nuestras chicas ha sido compartido con todos. Porque la fuerza del equipo estaba más presente que nunca, porque compartir objetivos siempre llama a la unión y contagia el entusiasmo de manera mucho más viral. Las jugadoras han sentido en la cancha el calor y el empuje de una afición volcada, la de Tenerife, que era la de un país entero, y que les ha llevado en volandas a creer que podían conseguirlo cuando más difícil se ponían las cosas. Porque soñar sin límites es más fácil cuando las metas son comunes.
Cuando “La Familia” acoge en su sueño a todos los aficionados, a toda la comunidad global del baloncesto, consigue no sólo que toda España se vuelque con su equipo, sino que el mundo entero se haga eco de ese entusiasmo, participe en hacerlo más grande y lleve sus ojos hacia un evento extraordinario, reconociéndolo como el mejor mundial femenino de baloncesto de la historia. Por inversión, impacto económico, apoyo institucional, asistencia y difusión, los números así lo dicen: cerca de 7 millones de euros de presupuesto (con un retorno estimado de 30 millones), más de 400 medios internacionales acreditados, 240 horas de retransmisión de baloncesto en 145 países con derechos televisivos, 215 personas en la organización, 45 empresas colaboradoras locales, más de 300 voluntarios, y más de 7 hoteles con casi 9.000 pernoctaciones. En las canchas, 16 selecciones agrupadas en 2 sedes, 40 partidos en 9 días. En las gradas, más del 96% de las entradas vendidas y una asistencia superior al 90%. Las audiencias en Teledeporte cercanas a los 300.000 espectadores de media en los partidos de España, con picos de 500.000, son muy similares a las de los últimos partidos de la selección masculina. El apoyo incuestionable de la comunidad global del baloncesto, FIBA, instituciones, patrocinadores y sponsors al evento organizado por la FEB ha batido todos los récords en la historia de esta competición.
El éxito de Tenerife, de España y de la Federación Española en este mundial ha superado con creces todos los objetivos. España como equipo y selección de talento. Como país productor de deporte de alta competición. Como garante de gran organizador de eventos deportivos. Como marca país, en la élite competitiva y en valores. Como generador de baloncesto a todos los niveles, que cuida e impulsa los límites de su deporte hasta cotas insospechadas.
La Federación Española de Baloncesto tenía un doble reto: organizar un excelente mundial acorde a las expectativas FIBA, y conseguir que la selección española brillara en él. Ambos objetivos se han realimentado el uno al otro, multiplicándose exponencialmente en lugar de simplemente sumarse. Toda la ilusión, pasión y entusiasmo que se ha enfocado en nuestra selección, ha traspasado como un tsunami los límites de la misma y ha llegado a todas las selecciones que participaban, a todos sus aficionados, a todos los medios, a todos los patrocinadores y participantes de todos los rincones de la isla de Tenerife, de España y del mundo entero. Contagio global de una pasión nacional: nuestra forma de transmitir, vivir y organizar el baloncesto ha impresionado a todo el planeta, y ha conseguido que el evento haya tenido un éxito mucho mayor de lo esperado.
España se ha llevado el bronce dentro de la pista, pero fuera de ella, el oro es para el baloncesto femenino mundial, abanderado en este caso por nuestro país y nuestra Federación de Baloncesto. Extendiendo el sueño a todos, mostrando el espíritu de equipo a través del evento. Haciendo partícipe al mundo entero de los valores del baloncesto a través de nuestra forma de entenderlo y de trabajarlo: unidad, esfuerzo, sacrificio y pasión en cada día. Y todo ello desde la humildad, la cercanía y la sencillez. España era el lugar idóneo donde celebrar este mundial, para dar el siguiente paso en el baloncesto global, y Tenerife ha respondido con creces a las expectativas de todos. Canchas llenas, aforo rebosante de color y calor, pasión y emoción, espectáculo en las gradas, viviendo a tope cada canasta y cada jugada. Un mundial vistoso, abierto a todos, una fiesta con la que celebrar un gran progreso: el del respeto al deporte, al baloncesto y a sus valores, a la mujer como esencia impulsora e igualitaria, a los jóvenes y al futuro, a la inclusión social de los más desfavorecidos a través del deporte.
Este evento ha conseguido trasladar “Un Sueño Compartido” más allá del tiempo y del espacio, de la edad y de las fronteras. El mundial ha hecho posible aumentar la exposición y el seguimiento del baloncesto femenino, mejorando la competición y reduciendo la brecha mediática con el baloncesto masculino. Se trata con ello de continuar impactando positivamente en la juventud, de hacer más plural este deporte, de fomentar su práctica, de promocionar el incremento de licencias femeninas para impulsar más que nunca la igualdad a través del mismo. La mujer en el deporte lleva un ascenso imparable y el baloncesto es a la vez un extraordinario vehículo y termómetro para ello.
Este maravilloso mundial no acabó ayer, sino que continúa con una importante tarea de promoción y más de 50 actividades específicas en los próximos meses, en lo que debe ser un gran legado para el futuro del deporte femenino. Hay que seguir creando valores y emoción para construir el baloncesto del mañana, para fortalecer el papel de la mujer como referencia del mismo, y para trascender más allá de las canchas. El “Sueño Compartido” de España en este mundial, su energía y dedicación sin precedentes, quedará para siempre grabado con letras de oro en la historia del baloncesto como un hito fundamental en su evolución. El mundo entero se ha hecho partícipe de nuestro sueño compartido, impulsando así un mundial de baloncesto femenino espectacular, único y de dimensiones que trascienden hacia el futuro en todo el planeta. Enhorabuena a todos y muchas gracias por este gran evento.
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