lunes, 17 de abril de 2017

La vida sin límites

Recientemente hemos conocido la historia de un chaval cordobés que se quedó en silla de ruedas después de un fatídico salto de snowboard. Le hemos visto y oído en los medios contando su proceso, y cómo ha cambiado su vida desde el accidente. Cisco García, un ejemplo de superación y de ganas de vivir intensamente.

Es increíble cómo una situación dramática que cambia la vida de una persona joven puede vivirse de una manera tan positiva, tan optimista. Cisco minimiza el problema, lo acorrala dándole muy poca relevancia en su historia. El pasado ahí se queda, el accidente y sus consecuencias se hacen pequeñas al lado de la grandeza con la que mira al futuro, empezando por una gran sonrisa y siguiendo con un potente discurso de esperanza e ilusión que ha de repetirse una y mil veces. El brillo en los ojos, la sonrisa, y la energía que desprende Cisco son apabullantes. Y salen naturales porque son verdaderas, porque él mismo cree en su discurso, porque nacen de muy adentro, de la cabeza y del corazón.

Cisco cree tanto en sí mismo y en el futuro, que ha decidido vivir sin límites, con más fuerza que nunca, justo ahora que la vida quiere ponerle una barrera. Se va a saltar esa y cualquier otra que aparezca. Quizás si este accidente no le hubiera ocurrido, no hubiera tenido tanta determinación para disfrutar de manera tan intensa, para comerse el mundo. Pero la mente es mucho más potente que cualquier otra cosa, y cuando el corazón la alimenta, aún más. Y aquí juega un papel fundamental, además de la familia, los amigos y los terapeutas que le han ayudado mucho, el deporte, su gran pasión.

El tenis en este caso, se convierte en una tabla de salvación donde apoyarse, sobre la que construir un día a día más pleno que nunca y darle mucho más sentido si cabe a una vida llena de juventud y ganas de ser feliz. Qué manera de levantarse a por un sueño, qué fuerza y qué ganas por llegar a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.

Es extraordinario ver cómo el deporte llena y da esperanza a tanta gente. Algo tendrá que lo hace especial. Ejemplos como el de Cisco tenemos varios en el mundo del deporte paralímpico (Teresa Perales y  Xavi Torres- nuestros indomables nadadores, Ibrahim Hamadtou-el egipcio que juega al ping-pong con la boca, Behzad Zadaliasghari- el futbolista ciego iraní, Matt Stutzman- el arquero estadounidense sin brazos…etc.). La lista es larga. Y lo es mucho más cuando incluimos a todas esas personas anónimas en el mundo que tienen algún problema similar y luchan por superarlo apoyados en la actividad deportiva.

El ser humano es capaz de reinventarse una y otra vez, y el deportista aún más: estos ejemplos de superación lo confirman. Cada uno de los deportes se inventó con unas u otras herramientas y reglas, pero siempre dando por hecho que el deportista disponía de sus facultades físicas al 100%. Pues no; se evoluciona y se descubre que hay otras formas de jugar al tenis, al baloncesto y al fútbol, de nadar, de correr o de esquiar. La agudeza y el ingenio humano vienen alimentados por la emoción de ese deporte que te motiva, que te hace soñar y vibrar y que no te deja estar parado. Quieres participar, quieres sentir que juegas como uno más, a tu manera. Porque las limitaciones solamente las pones tú.

“La vida está fuera”, dice Cisco, y tiene razón. Ahí está para amarla y saborearla. “Para ello hay que aceptarse; yo acepto lo bueno y lo malo de la vida”, dice también, como primer paso. Hay que aceptarse a uno mismo, desde muy adentro, y aceptar las situaciones de la vida como vienen, aunque a veces no las entendamos. Solamente desde esa posición podremos salir fuera, al mundo que espera ser vivido, guiados por nuestro corazón y nuestra intuición, y volcados en nuestras pasiones, en ser mejores cada día. El deporte puede ayudarnos mucho a ello, a descubrir quiénes somos y qué nos gusta, qué nos emociona y quién nos ayuda, por qué vale la pena esforzarse y luchar en esta vida.

Cisco podemos ser todos. A todos nos puede ocurrir una desgracia algún día, o podemos estar pasando por un mal momento actualmente. No esperemos a nada ni a nadie para vivir sin límites, para perseguir nuestros sueños o para lograr lo que nos hace felices. Vamos a por ello, salgamos a la calle a buscarlo, a sentirlo. Si hay un porqué, siempre habrá un cómo. Mira al horizonte hacia tus sueños, cual cebo que vas a cazar, y anda hacia ello, recordando que la felicidad no está en el destino, sino en el camino. Gracias Cisco por tu maravilloso ejemplo.

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