Vaya gesta, qué orgullo. España vuelve a ganar el campeonato de Europa de baloncesto femenino por tercera vez, segunda en los últimos cuatro años. En esos mismos años en los que también ha sido capaz de hacer frente a la todopoderosa Estados Unidos, consiguiendo unas increíbles plata olímpica y subcampeonato del mundo. Hay que darle el reconocimiento que se merece a estas jugadoras y al grupo que ha conseguido formar Lucas Mondelo, el entrenador.
Esta generación de jugadoras está cosechando unos éxitos al alcance de muy pocos equipos. No querían ser menos que la generación masculina de los juniors de oro, los “ñba”. Ellos marcaron el camino y abrieron la lata de la ilusión, el desparpajo y el éxito, pero ellas siguen el mismo rumbo y recorren el sendero sin quedarse a la zaga.
Ellas también llevan muchos años sembrando, trabajando duro. Estos éxitos vienen de muy atrás, cuando la quinta de Amaya Valdemoro empezaba a reclamar a base de sudor y talento el sitio que ellas también merecían. Nos costó verlo, fue complicado que se les diera cabida en el panorama deportivo español, pero finalmente llegaron a su sitio hace unos años y nos están demostrando con creces que hacen las cosas bien, que son insaciables al éxito, pero sobre todo que les gusta jugar al baloncesto, lo disfrutan y tienen un enorme talento para ello.
Viendo a este equipazo femenino, me reafirmo: parece que en este país sabemos jugar al baloncesto. Y no es de ahora, es de siempre. Eso debe pensar también el resto del mundo, y debemos ser conscientes de ello porque detrás hay mucho trabajo. En la formación base, en las categorías inferiores, en las competiciones nacionales e internacionales; en los clubes y jugadores que apuestan por la reinversión en formación, deporte y compañerismo. Desde la calle a los campus, de los chavales del barrio hasta los torneos a todos los niveles (competitivos, solidarios, etc.). Porque el baloncesto es eso. Es competencia sana, es construir valores, es una forma de entender la vida. El baloncesto es probablemente el deporte colectivo que más integración, solidaridad y espíritu de equipo fomenta.
El baloncesto es aquella emoción que cambia en un suspiro, que da todo lo que tiene y que siempre es generoso con el que lo cuida. El baloncesto es un espejo donde te puedes mirar y descubrir una mejor versión de ti mismo, un montón de amigos a tu lado, y un camino retador que recorrer. Baloncesto es sinónimo de coraje y compromiso, un sentimiento diferente, que a veces no se puede explicar, pero que gracias a Dios riega este planeta con grandes dosis de magia e ilusión todos los días del año. En España especialmente, lo sabemos sembrar y cosechar muy bien. Y además lo hacemos igual de bien tanto hombres como mujeres, deportistas entregados a una causa grupal, muy de equipo, muy de todos. Saboreémoslo. Que el ritmo no pare, que siga el baloncesto.
El orgullo de un deporte, el baloncesto, que vuelve a sacar pecho y a darnos alegrías, a hacernos la vida más amable, a sentir que con él siempre estamos acompañados. Y el orgullo de nuestro deporte femenino igualmente, plasmado en una generación de “jugonas” que se traen para casa otro título internacional. Gracias al deporte femenino España está creciendo más que nunca, gracias a ellas, y a reconocer su enorme mérito, estamos aprendiendo todos a ser más justos. Y aún les queda margen, nos queda a todos. Encontrarles merecido reconocimiento, y darles la continua repercusión y la trascendencia mediática que merecen. A ellas, a todas las mujeres deportistas en nuestro país, que son muchas y muy buenas, que forman estupendos equipos y fenomenales atletas.
En la última década el deporte femenino en España ha vivido un desarrollo exponencial que debe continuar con la ayuda de todos. Ellas también juegan, y lo hacen muy bien. Démosle todo el valor que merece a la mujer deportista de este país, por todo lo que aporta, porque todo lo que suma. Aunque aún está lejos, al menos hemos empezado a andar el camino, a potenciar y reconocer una valía que debe ser igual que la masculina. El talento y el esfuerzo no entienden de género, de edad ni de ningún otro sesgo, y mucho menos en el baloncesto. Me siento orgulloso de España, del deporte femenino y hoy en particular, de su BALONCESTO.
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