domingo, 11 de junio de 2017

Planificar el éxito: Zidane y su modelo en el Real Madrid

El Real Madrid ha terminado la temporada de una manera brillante, ganando Liga y Champions para cerrar un curso histórico al que hay que sumar la Supercopa de Europa y el Mundial de clubes. Pero además de los títulos, el poso que deja esta plantilla es de haber terminado la temporada con sensaciones de plenitud física, táctica y mental, de haber cogido una inercia positiva de juego, de haber hecho las cosas bien desde el principio. Esto deja muy buen sabor de boca a la afición, no solamente por lo conseguido, sino por la certeza de una continuidad en el rumbo, en el modelo y en la forma de trabajar del club. Así las cosas, ¿es realmente posible planificar el éxito en el fútbol de élite, o al menos, aumentar las posibilidades para  conseguirlo?
En mi opinión, una gran parte de este éxito se debe a Zinedine Zidane, su equipo técnico, y a su planificación. Una parte de la opinión pública no considera a Zidane como un buen entrenador, achacando sus éxitos exclusivamente a la suerte y a la calidad de su plantilla, o al momento de sus rivales. Nunca es oro todo lo que reluce, y puede que no sea un entrenador al uso. Es alguien especial y distinto que quizás por ser quien ha sido como jugador, ha generado más controversia aún como entrenador, por el contraste entre su escasa experiencia y su demoledor palmarés en tan poco tiempo como técnico.
Quizás parte del éxito que ha tenido hasta ahora está en el silencio, en hacer las cosas con calma, sin ruido y entre bastidores. Planificar en la sombra. Es el mismo modelo que el Real Madrid y la selección española ya tuvieron con Vicente del Bosque, al que se le achacaban las mismas críticas que a Zidane. Los llamados “grandes y experimentados” entrenadores (con otro modelo seguramente más ortodoxo, e igual de respetable),  ocupan a menudo el silencio con palabras y gritos, gestos y aspavientos, discursos tácticos y ostentación de poder y disciplina; el mérito del francés quizás resida entonces en callar y observar más. En hablar menos y en dejar jugar, dejar hacer. En copiar un modelo que ya se demostró en el pasado que, bien llevado, en el Madrid funciona. Sí, a eso le podemos llamar “psicólogo-alineador” en lugar de entrenador. Pero esta es la parte más externa de su trabajo, detrás también hay mucho más.
Zidane ha sabido delegar y planificar cada parcela al experto que le corresponde (tanto dentro como fuera del campo, y en el propio club). Por ejemplo la preparación física y mental. Jamás el Madrid llegó tan fresco a final de temporada, con la sensación de que podría estar jugando un par de meses más de competición. La concienzuda dosificación de los jugadores (en especial de Cristiano Ronaldo y de la columna vertebral del equipo), y la capacidad de mantener fresca a toda la plantilla, motivada para dar el máximo en cada partido (salvo contadas excepciones), han sido factores capitales en el éxito de la temporada, y eso no ha sido producto del azar. Como tampoco lo es su discurso, sereno y equilibrado hacia dentro y hacia fuera. Con su carácter y su forma de trabajar ha sabido implantar el buen ambiente y respeto natural dentro del vestuario, charlando con los jugadores, entendiendo a cada uno, tratando de ser justo con todos en la medida en que podía.
El entrenador del Madrid ha sabido ser un compañero más de vestuario para empatizar con sus jugadores, y fomentar así una acertada sintonía entre ellos. Y al mismo tiempo ha sabido ganarse la autoridad y el respeto sin voces, sin salidas de tono y sin perder la educación. Defendiendo a sus jugadores siempre, pues sabe de buena tinta que al final son ellos los que en el fútbol te sacan las castañas del fuego. Ha actuado más como capitán fuera del campo que como entrenador, consiguiendo transmitir sus sencillas ideas de juego a través de la propia jerarquía del vestuario, por simple capilaridad en un equipo solidario y bien equilibrado. Lo que hace Zidane habla más fuerte que lo que dice.

Todo esto también forma parte del trabajo del entrenador, y es bastante más complicado de lo que parece. No es simplemente poner un once y decirles que jueguen como saben. Por mucho que se critique la figura del “psicólogo-alineador”, no todos valen para ello, pues hay que saber conectar con un vestuario complejo, muy exigido siempre, que no otorga su respeto y su entrega completa a cualquiera. Y el entrenador francés ha sabido hacerlo, ha entendido desde siempre que la buena relación y la empatía dentro de un vestuario también se planifican y se trabajan día a día. Es clave para un equipo de fútbol.
Zidane ha sabido priorizar y tener el horizonte claro, un rumbo sereno pero firme. El objetivo era la Liga y la ha conseguido; una competición que se gana día a día y que exige de mucha perspectiva, paciencia y reajuste a lo largo de una temporada tan larga. El objetivo era llegar a las 38 jornadas en las mejores condiciones, dando la importancia que tiene a la competición doméstica. Y gracias a ello, llegó el fruto adicional, el premio a la constancia y las cosas bien hechas: la Champions como consecuencia de una Liga muy trabajada. La Champions como consecuencia de jugar bien y encontrar el rumbo en la Liga. Una Champions en la que la superioridad ha sido la más clara de las últimas que ganó, dominando a sus rivales en los registros más importantes del juego, y en un camino complicado contra casi todos los equipos poderosos del fútbol europeo.
Sí, es cierto que a Zidane parece que siempre le acompaña también (de momento), una aureola de suerte, de ángel salvador que se le aparece en forma de gol en el último minuto, de jugadas imposibles que levantan partidos, de acciones o decisiones fortuitas, de lesiones de jugadores que le obligan a cambiar el esquema o la forma de jugar, e incluso pequeños caprichos del calendario de partidos. Pero la flor que uno encuentra en la vida también hay que perseguirla y trabajarla, hay que buscarla todos los días. Zidane la tiene y la conserva porque la cuida, la estudia y la sabe entender. Y también porque la sabe planificar y gestionar a su manera, con mucha naturalidad. “Zizou” ha regado su flor en el Real Madrid con cariño y dedicación durante años, desde que fue jugador, entrenador del filial, segundo entrenador y finalmente entrenador de la primera plantilla. Y ha ido recogiendo merecidos frutos por ello.
El fútbol ya se sabe que es caprichoso y llega un día en que la suerte se tuerce, cambian los ciclos, los jugadores, el momento y el destino de las competiciones. Pero por el momento, y sin ánimo de ser ventajista, si en el fútbol actual se pudiera planificar el éxito,  en el Real Madrid el modelo que hasta ahora ha replicado Zidane es el que más garantías le da para conseguirlo, y lo que es más complicado, para mantenerlo en el tiempo.


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