El Real Madrid ha terminado la temporada de una manera
brillante, ganando Liga y Champions para
cerrar un curso histórico al que hay que sumar la Supercopa de Europa y el Mundial
de clubes. Pero además de los títulos, el poso que deja esta
plantilla es de haber terminado la temporada con sensaciones de plenitud física,
táctica y mental, de haber cogido una inercia positiva de juego, de haber hecho las cosas bien desde
el principio. Esto deja muy buen sabor de boca a la afición, no
solamente por lo conseguido, sino por la certeza de una continuidad en el
rumbo, en el modelo y en la forma de trabajar del club. Así las cosas, ¿es realmente
posible planificar el éxito en el fútbol de
élite, o al menos, aumentar las posibilidades para conseguirlo?
En mi opinión, una gran parte de este éxito se debe a Zinedine Zidane,
su equipo técnico, y a su planificación. Una
parte de la opinión pública no considera a Zidane como un buen entrenador,
achacando sus éxitos exclusivamente a la suerte y a la calidad de su plantilla,
o al momento de sus rivales. Nunca es oro todo lo que reluce, y puede que no
sea un entrenador al uso. Es alguien especial y distinto que quizás por ser
quien ha sido como jugador, ha generado más controversia aún como entrenador,
por el contraste entre su escasa experiencia y su demoledor palmarés en tan
poco tiempo como técnico.
Quizás parte del éxito que
ha tenido hasta ahora está en el silencio, en hacer las cosas con calma, sin
ruido y entre
bastidores. Planificar en la sombra.
Es el mismo modelo que el Real Madrid y la selección española ya tuvieron con
Vicente del Bosque, al que se le achacaban las mismas críticas que a Zidane.
Los llamados “grandes y experimentados” entrenadores (con otro modelo
seguramente más ortodoxo, e igual de respetable), ocupan a menudo el
silencio con palabras y gritos, gestos y aspavientos, discursos tácticos y
ostentación de poder y disciplina; el mérito del francés quizás resida entonces
en callar y observar más.
En hablar menos y en dejar jugar, dejar hacer. En copiar
un modelo que ya se demostró en el pasado que, bien llevado, en el Madrid
funciona. Sí, a eso le podemos llamar “psicólogo-alineador” en lugar de
entrenador. Pero esta es la parte más externa de su trabajo, detrás también hay mucho más.
Zidane ha sabido delegar y planificar cada parcela
al experto que le corresponde (tanto dentro
como fuera del campo, y en el propio club). Por ejemplo la preparación física y mental.
Jamás el Madrid llegó tan fresco a final de temporada, con la sensación de que
podría estar jugando un par de meses más de competición. La concienzuda dosificación de los jugadores (en
especial de Cristiano Ronaldo y de la columna vertebral del equipo), y la
capacidad de mantener fresca a toda la plantilla, motivada para dar el máximo
en cada partido (salvo contadas excepciones), han sido factores capitales en el
éxito de la temporada, y eso no ha sido producto del azar.
Como tampoco lo es su discurso, sereno y equilibrado hacia dentro y hacia
fuera. Con su carácter y su forma de trabajar ha
sabido implantar el buen ambiente y respeto natural dentro del vestuario,
charlando con los jugadores, entendiendo a cada uno, tratando de ser justo con
todos en la medida en que podía.
El entrenador del Madrid ha sabido ser un compañero más de vestuario para
empatizar con sus jugadores, y fomentar así una acertada sintonía entre
ellos. Y al mismo tiempo ha sabido ganarse la autoridad y el respeto sin voces,
sin salidas de tono y sin perder la educación. Defendiendo a sus jugadores
siempre, pues sabe de buena tinta que al final son ellos los que en el fútbol
te sacan las castañas del fuego. Ha actuado más como capitán fuera del campo
que como entrenador, consiguiendo transmitir sus sencillas
ideas de juego a través de la propia jerarquía del vestuario, por simple
capilaridad en un equipo solidario y bien equilibrado. Lo que hace Zidane habla más
fuerte que lo que dice.
Todo esto también forma parte del trabajo del entrenador, y es
bastante más complicado de lo que parece. No es simplemente poner un once y
decirles que jueguen como saben. Por mucho que se critique la figura del
“psicólogo-alineador”, no todos valen para ello, pues hay que saber conectar con un vestuario
complejo, muy exigido siempre, que no otorga su respeto y su
entrega completa a cualquiera. Y el entrenador francés ha sabido hacerlo, ha
entendido desde siempre que la buena relación y la empatía dentro de un vestuario
también se planifican y se trabajan día
a día. Es clave para un equipo de fútbol.
Zidane ha sabido priorizar y tener el horizonte
claro, un rumbo sereno pero firme. El objetivo era la Liga y
la ha conseguido; una competición que se gana día a día y que exige de mucha
perspectiva, paciencia y reajuste a lo largo de una temporada tan larga. El
objetivo era llegar a las 38 jornadas en las mejores
condiciones, dando la importancia que tiene a la competición
doméstica. Y gracias a ello, llegó el fruto adicional,
el premio a la constancia y las cosas bien hechas: la Champions como consecuencia de
una Liga muy trabajada. La Champions como consecuencia de jugar
bien y encontrar el rumbo en la Liga. Una Champions en la que la superioridad ha sido la más
clara de las últimas que ganó, dominando a sus rivales en los
registros más importantes del juego, y en un camino complicado contra casi
todos los equipos poderosos del fútbol europeo.
Sí, es cierto que a Zidane parece que siempre le acompaña
también (de momento), una aureola de suerte,
de ángel salvador que se le aparece en forma de gol en el último minuto, de
jugadas imposibles que levantan partidos, de acciones o decisiones fortuitas,
de lesiones de jugadores que le obligan a cambiar el esquema o la forma de
jugar, e incluso pequeños caprichos del calendario de partidos. Pero la flor que uno encuentra en la vida
también hay que perseguirla y trabajarla, hay que buscarla
todos los días. Zidane la tiene y la conserva porque la cuida, la estudia y la
sabe entender. Y también porque la sabe planificar y gestionar a
su manera, con mucha naturalidad. “Zizou” ha regado su flor en el Real
Madrid con cariño y dedicación durante años, desde que fue
jugador, entrenador del filial, segundo entrenador y finalmente entrenador de
la primera plantilla. Y ha ido recogiendo merecidos frutos por
ello.
El
fútbol ya se sabe que es caprichoso y llega un día en que la suerte se tuerce,
cambian los ciclos, los jugadores, el momento y el destino de las
competiciones. Pero por el momento, y sin ánimo de ser ventajista, si en el fútbol actual se pudiera
planificar el éxito, en el Real Madrid el modelo que hasta ahora ha
replicado Zidane es el que más
garantías le da para conseguirlo, y lo que es más complicado, para mantenerlo en
el tiempo.
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