domingo, 26 de marzo de 2017

Motivo y Acción

¿Qué es lo que te mueve, lo que te apasiona y te pone a andar? A veces crees que no lo sabes, que lo has perdido, o sencillamente que no lo tienes. Pero siempre está, dentro de ti, muy al fondo quizás. Déjalo salir, déjalo crecer y andar contigo, es parte de ti. Hablo de ese MOTIVO, de lo que te impulsa, de lo que te inspira. Hablo de aquello que te hace moverte y avanzar, que te pone en el camino de la ACCIÓN. Hablo en definitiva, de la MOTIVACIÓN.

La motivación es la esencia del progreso para el ser humano, una cualidad que reside en todos nosotros. El simple instinto de supervivencia que todo ser vivo trae en su ADN es pura motivación, aun siendo básica y primitiva. Pero la motivación también evoluciona con las personas según descubrimos el mundo; madura y se hace más compleja, y a la vez más personal y fuerte. Es por tanto necesario alimentarla y trabajarla siempre, para llevarla a niveles superiores, donde realmente sea una potente herramienta que nos permita alcanzar nuestras metas y sueños. En todos los ámbitos de la vida la motivación hay que regarla diariamente, hay que cuidarla y saberla entender, hay que guiarla y apoyarse en ella. Como el amor, como la salud, como la amistad.

También en el deporte, que nació como expresión de un deseo, y evolucionó para convertirse en pura pasión, intensidad y emoción: pura motivación. El deporte no entiende otro lenguaje que no sea el de la motivación y el espíritu de superación, que se alimentan de adrenalina, de coraje y sacrificio, de paciencia y perseverancia, de alegrías y llantos. La motivación además tiene un efecto multiplicativo, una capacidad muy alta de contagio que realimenta exponencialmente todo lo que encuentra a su paso. Los deportistas que irradian esa motivación especial son los que arrastran a millones de seguidores a creer y confiar en ellos, los levantan de sus asientos y los hacen emocionarse, vibrar.
Hacen de su motivación un elemento común, compartido, conectando los corazones. Y esta suma de energía  les confiere una potencia extraordinaria.

Así como no hay día sin noche, o flor sin semilla, no hay éxito sin motivación. Éxito entendido a todos los niveles, sin distinción. Éxito medido en la emoción que un logro genera en el ser humano, por mayor o menor que éste parezca. Desde ganar un Roland Garros a jugar con tu hijo en el parque. Desde ganar un Mundial a aprender a montar en bicicleta. No importa cómo se llame, cómo se mida o cómo lo valoren los demás. En el fondo si hay un por qué, un motivo, siempre habrá un camino para la acción, para buscar el éxito.

La motivación además, nos convierte en seres mucho más valientes, más libres. Nos ayuda a enfrentar el miedo, generando argumentos para contrarrestarlo. Nos otorga una gran dosis de energía y de confianza en nosotros mismos: cuando estamos motivados sentimos que somos capaces de todo. A veces va y viene, a veces sale sola y otras veces requiere paciencia y búsqueda interna. Es algo muy personal, por ello cada cual tiene la responsabilidad de conocer la suya, y de usarla de la mejor manera para lograr sus sueños.

A mi me motiva todo aquello que genera pasión y emoción, que tiene que ver con el corazón. Me motiva el deporte y su remolino de expectación, el destino de la pelota o el balón. Me motiva ver y contar lo que veo, compartirlo y vivirlo con la afición. Y por encima de todo, siendo sincero, lo que me motiva es la vida, y todas las personas que quiero. Y
a ti, ¿qué te motiva?

miércoles, 22 de marzo de 2017

Xabi Alonso, el futbolista espejo

Xabi Alonso se retira a final de temporada. Sin hacer ruido, elegante, como siempre. Este tipo ha hecho mucho más por el fútbol de lo que parece, y merece ciertas reflexiones al respecto.

A nivel futbolístico ha estado en la élite mundial durante más de una década, siendo uno de los centrocampistas de referencia y mejor valorados en su posición. Pocos tienen ese toque, ese guante, y esas dotes de distribución del balón y de colocación táctica, tanto propia como del resto de compañeros. Capaz de adaptarse a varios sistemas, equipos y ligas diferentes en varios países, siendo la referencia que equilibra un equipo: manda, ordena, ayuda, corre....Xabi Alonso queda grabado además en nuestra historia particular, como parte principal de la mejor selección española de fútbol de la historia, de la generación que ganó un Mundial y dos Eurocopas.

Más allá de sus capacidades, talento y logros, están los valores. Los que han hecho de este futbolista un profesional silencioso y discreto. No es un icono mundial ni una marca personal y comercial a gran escala. No es un ídolo de masas al que no dejan vivir y se tenga que aislar del mundo. No usa su imagen para generar "shows" o dar carnaza en forma de noticias potentes a la prensa. Pero es un tipo ejemplar, inspirador, y muy natural. Es una persona tranquila, con los pies en la tierra y con las ideas claras, ordenadas.

Sin aspavientos, sin declaraciones polémicas, sin incendiar redes sociales con fuego cruzado. Con mucha intensidad dentro del campo, eso sí. Pero ahí dentro acaba todo, y ahí dentro se refleja todo, en el campo. El fútbol le debe a Xabi Alonso ser el futbolista espejo: vocacional, amante de su trabajo, intenso y trabajador, con valores firmes, con educación siempre, y con respeto por el “fair play”. De él deben aprender varias generaciones de niños y jóvenes.

Xabi se ha convertido poco a poco, en un embajador involuntario del fútbol, del deporte. Su comportamiento proyecta las directrices de cómo debería ser el futbolista moderno, dentro y fuera del campo. Siempre fiel a sus valores, modulando su imagen pública y privada, y su comunicación (verbal y no verbal). Cuidando del fútbol siempre. Un futbolista que ama el fútbol de verdad, el balón. Un deportista que se respeta a sí mismo y al juego, a los compañeros de profesión, a los árbitros, y a los estamentos y organizaciones que rigen el fútbol. Un tipo que respeta las reglas, y con ello ayuda y enseña cómo se debe comportar un profesional que está expuesto a tanta presión e influencia mediática, y que contribuye a hacer una sociedad mejor a través del deporte.


Xabi Alonso ha hecho mucho por todos los que amamos el fútbol. Al menos así lo siento yo. Me ha inspirado, me ha sorprendido, me ha emocionado. Me ha ayudado al verle jugar y evolucionar, al verle crecer y ganarlo todo sin perder el rumbo. Me ha deleitado en el campo, y también a veces me ha desesperado o me ha hecho sufrir. Un tipo que nos ha dejado recuerdos para siempre, imborrables, únicos e irrepetibles. Un tipo completo, sencillo, educado. Sin mucho ruido, pero con muchas nueces. Este inspirador deportista es español, y se llama Xabi Alonso. GRACIAS XABI, por una carrera brillante, por una personalidad ejemplar, por ser el FUTBOLISTA ESPEJO.

Foto: Wikipedia

sábado, 11 de marzo de 2017

PUEDO porque PIENSO que PUEDO

El partido del Barça-PSG del pasado miércoles en la Champions me deja un poso de enseñanza muy potente. Más allá del resultado, los goles y el juego en sí. Más allá de la remontada y la épica de unos, del abatimiento y la desolación de otros, de la polémica arbitral o de cualquier emoción de primera línea. Me quedo con el reflejo inconsciente de que el que piensa que puede lograr algo, efectivamente puede. Y viceversa.

“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”, dijo alguien alguna vez. Y ocurre así en la vida, en el deporte, en el fútbol. Tenemos ejemplos todos los días, todas las semanas del año. Miremos el espejo de los grandes deportistas que demuestran que es así: Michael Jordan, Rafa Nadal, Mireia Belmonte, Carolina Marín, Michael Phelps, Usain Bolt, Cristiano Ronaldo, Miguel Indurain, Xavi Torres…..hay una lista interminable a lo largo de la historia. Ejemplos de personas que SIEMPRE creen en sí mismos, que no dejan que las circunstancias externas les resten un ápice de confianza. Personalidades fuertes e indómitas, con un espíritu de superación que va más allá de sí mismos. Les hace diferenciales su fe en el trabajo, en el esfuerzo y el sacrificio, en el talento y en la vida. Deportistas que se han hecho a sí mismos para asombrar al mundo.

En el deporte de élite hoy en día, el talento, la preparación técnica y táctica están muy igualados, y la delgada línea que separa la victoria de la derrota la deciden la fuerza mental y  la capacidad de creer en uno mismo, peleando hasta el final. Las grandes gestas, y también sencillamente las pequeñas victorias, se forjan primero en la mente, se visualizan, se les da forma y credibilidad, y provocan por tanto una actitud que las hace realidad. O por lo menos genera las condiciones para ello: “match point”.

El pasado miércoles el Barcelona creyó en la remontada mucho antes de salir al campo, de la misma manera que el PSG creyó en que no podría pasar la eliminatoria desde que llegó al vestuario. Eso que llaman “profecía auto-cumplida” se dio en el equipo francés, que se visualizó acongojado y encerrado en su campo, que renunció a sus posibilidades y que nunca se creyó capaz de eliminar al Barcelona. Cuando esto ocurre, y reculas cediendo terreno y espíritu, mandas señales inequívocas al rival de que aproveche, porque tu renuncias a tu trozo del pastel, por miedo a ganar, por miedo a crecer. Y eso los animales deportivos de clase mundial lo huelen y lo devoran sin piedad. Empujado por las circunstancias, el Barcelona hizo más grande la rendija de esperanza que le quedaba, hasta que fue suficiente para colarse por ella; y el PSG hizo lo propio con su miedo a ganar.

Dicho esto, creer en uno mismo no significa que siempre se pueda ganar. Eso no es posible, hay que ser consciente de ello. Pero lo que es diferencial, muestra del que piensa que PUEDE, es rehacerse tras una caída o una derrota, e ir a buscar la victoria de nuevo en la siguiente oportunidad. Caer siempre está permitido, pero levantarse es obligatorio. Lo es y lo seguirá siendo para todos aquellos que creen en sí mismos y en sus fortalezas, en los que no se rinden jamás. Simeone, por ejemplo, con su “nunca dejes de creer” lo transmite con mucha fuerza en el Atlético de Madrid, y antes o después volverá a tener su oportunidad de ganar la Champions. Territorio indiscutible de la fe también es el minuto 93 de Sergio Ramos, en forma de corazón salvaje de un Real Madrid que cree siempre en sí mismo y no baja nunca los brazos, “hasta el final…”.

Con los ejemplos futbolísticos de estos días, termino pensando que el éxito y la victoria pueden dar miedo, por ello para conseguirlos es necesario pensar que sí se puede, que somos capaces. Para ello hemos venido a este mundo, ¿no? A jugar, a apostar por nosotros y a conseguir lo que creamos que podemos conseguir, ni más ni menos. De eso se alimenta el corazón. Todo lo demás no sirve, no nos pertenece. Pero lo que sí queremos, nuestro trocito de vida y de pasión, de ilusiones y de alegrías, de esperanzas y de sueños, hay que pelearlos, creyendo que tú mismo eres capaz. “Hasta el Final, para hacerlo Real”. Yo pienso que puedo, ¿y tú?

martes, 7 de marzo de 2017

El Gusanillo Inexplicable

Quien lo sienta sabe de lo que hablo. Es un cosquilleo en el estómago, una sensación de esperanza y de bienestar, de pasión irrefrenable por la vida y sus emociones. No es amor de lo que hablo... ¿O quizás si? Ocurre cada 2 semanas durante 9 meses al año. Es la CHAMPIONS LEAGUE.

Cuando hay CHAMPIONS el mundo cambia, hay algo especial en el ambiente y la gente está más animada. Las semanas de CHAMPIONS tienes un gusanillo inexplicable que recorre tu cuerpo y te motiva, te empuja y te hace sentir más vivo. Haces planes esa semana en torno a los partidos. Como siempre que hay fútbol, pero entre semana y con más razón. Los amigos, tu familia, tus compañeros de trabajo o tus vecinos...Todos nos buscamos ese plan diferente para compartirlo con unas cañas, una cena, unas copas...¡Es la Copa de Europa, la Liga de Campeones por el amor de dios!

Y ahora encima ya estamos en VUELTA de OCTAVOS DE FINAL, un añadido más a la competición reina en su formato del KO, del "Win or Go Home". Se arremolinan las noticias sobre el ambiente en las ciudades y los estadios los días previos, los viajes de los equipos, las posibles alineaciones...Y el gusanillo se mueve más, no te deja pensar en otra cosa porque sientes que formas parte de ello, del espectáculo, de la pasión. Eres el fútbol que corre por tus venas.

Todo ello nos hace vibrar, sentir que alrededor de un balón de estrellas somos más grandes, más fuertes y más humanos. La CHAMPIONS detiene el mundo con su sonido de viento que nos pone el vello de punta, con el olor a hierba fresca y el calor de las gradas, con el escudo de tu equipo batiéndose el cobre en Europa, ante los ojos del mundo. Y con los futbolistas a los que idolatramos y vilipendiamos en cuestión de segundos cuando aciertan o fallan, corriendo y luchando, acariciando la pelota, haciéndonos perder el equilibro de emociones desde el suelo hasta el cielo, en ese diminuto intervalo que separa el balón del gol...

Con ese remolino de emociones, hablamos y apostamos de lo que pasará, especialmente con los equipos españoles... ¿Quién jugará?¿Cómo saldrá el equipo? ¿Qué versión veremos del Madrid en Nápoles: el Madrid equipo, el individualista, el sufridor o el que recuerda quién es el rey de Europa?

¿Qué veremos en el Camp Nou? ¿Habrá remontada agónica con el tridente dando espectáculo, o será una despedida a la francesa? ¿Habrá líos arbitrales o pañoladas repentinas? ¿Quién tendrá más temple para afrontar lo que está en juego?

Habrá emociones de todo tipo, también en otros campos y otros corazones de Europa: con el Bayern - Arsenal donde la cosa está clara, con el Dortmund apretando al Benfica en el infierno amarillo...

¿Y la semana que viene, decís que hay más CHAMPIONS? Que alegría, que alboroto, de nuevo el Atleti en la foto. ¿Cerrará pronto la eminatoria, conteniendo el partido y fiel a su estilo sobrio y guerrero, o hará sufrir a la hinchada, dejando lo mejor para el final?

Veremos si el Sevilla espartano hace historia y pasa a cuartos, volviendo a ser la sorpresa europea, fiel a un estilo versátil y que enamora, arrebatando al Leicester quizás dicha etiqueta. Sin olvidar que en Mónaco puede haber de nuevo un partido loco con el City, y que en Turín la Juve probablemente haga sus deberes ante el Oporto de Casillas. ¿O quizás haya sorpresa?

Qué EMOCIÓN señores, ¡¡qué vida nos da está competición!! Quien lo sienta sabe de lo que hablo. Recorre Europa y sus CORAZONES cada dos semanas, paralizando sus ciudades y costumbres por unas horas, esperando todos a que el balón ruede y las estrellas que giran a su alrededor asombren al mundo y nos pongan el vello de punta a todos. Es el gusanillo inexplicable. Es la CHAMPIONS LEAGUE... THE CHAAAAAAMMPIONNNSSSS!!!


domingo, 5 de marzo de 2017

Cuando el Madrid es un EQUIPO


Ayer veía el partido del Real Madrid en Ipurúa ante el Éibar, y pensaba en la importancia del equipo frente al individuo. Es muy evidente que en un deporte como el fútbol debe primar el colectivo, pero también esto ocurre en deportes que a la vista son individuales, como el tenis o el atletismo, en los que el peso del equipo que hay detrás tiene tanta importancia como el deportista.

En el fútbol de élite, hoy en día, uno de los retos más importantes a los que se enfrenta un entrenador de hecho es el de hacer equipo. Crear un sentimiento de pertenencia grupal es ciertamente complicado en un entorno donde los egos individuales dominan y las marcas personales de los futbolistas acaparan el protagonismo mediático, económico y social. El entrenador tiene que saber gestionar las personalidades ególatras por encima de los conocimientos tácticos,  físicos o estratégicos, y despertar en sus jugadores la conciencia de que forman parte de algo más grande que ellos mismos. Como decía el gran Michael Jordan, "un jugador puede ganar un partido, pero es el equipo el que gana el campeonato".

No hay que olvidar que, aunque se recuerde siempre a los grandes jugadores, sus gestas o récords individuales, lo consiguieron formando parte de un equipo y no por ellos mismos, gracias al esfuerzo de muchos compañeros, que aunque menos talentosos, fueron igual de importantes. Es inevitable que, como en cualquier organización, en un equipo brillen más y se lleven los reconocimientos los jugadores más importantes. Pero al final el tiempo acaba pasando página del individuo, y lo que perdura en la historia y en el corazón de las aficiones es siempre el equipo.

Un equipo crece a base de compromiso, y éste se entrena y se mejora día a día como un músculo más. Aunque no siempre  garantiza el éxito,  conseguirlo asienta las bases para que el colectivo funcione mejor, usando todo su potencial en la misma dirección, y esté mejor preparado para asumir tanto las victorias como las derrotas. Un equipo sólido, construido a base del compromiso de cada individuo, es más humilde cuando gana y más maduro cuando pierde.

Ayer el Madrid demostró cómo un equipo es mejor que 11 futbolistas por separado, cómo se debe arrimar el hombro para obtener mejores resultados. El equipo que pelea unido aguanta mejor las tempestades y sale fortalecido de los partidos, y ayer se demostró. No se trata de nombres, eso queda al margen. La misión de los 11 jugadores de ayer la podrían haber cumplido igualmente otros 11 de la plantilla con la misma entrega y conciencia de equipo. El Madrid jugó más junto, equilibrado en las posiciones tácticas y en el intercambio de movimientos con y sin balón.

Cuando el centro del campo está mejor ocupado, y más ayudado en la presión, recupera más fácilmente el balón, lo circula con más espacio y domina el tempo del partido, facilitando las ocasiones de los delanteros y haciendo sufrir menos a la defensa. Esto que es tan antiguo como el tebeo, no es nada fácil de llevar a cabo si el grupo no entiende que todos los jugadores son igual de importantes e igual de prescindibles, cada uno en su puesto, y que el equipo debe moverse como un único ente, como una orquesta en la que si uno desafina probablemente eche al traste el trabajo de todos los demás.

El Madrid vio gratamente reflejado su trabajo conjunto tanto en el resultado final como en la imagen ofrecida, muy diferente a la de otros días anteriores: presión sincronizada, generosidad en el esfuerzo por el compañero, apertura de espacios y desmarques,  y escogiendo siempre la opción de pase más práctica y sencilla, simplificando las florituras para ir directo al gol. En definitiva, dejando fluir el fútbol como lo que es: un deporte de equipo, en el que todos siembran y el equipo recoge, en el que el talento individual debe estar al servicio del grupo y no al revés.