Me gusta la
primavera, la luz que llega y el olor a flores frescas, a buen tiempo, a
alegría, música, risas, terrazas. A días largos, temperaturas suaves y al
renacer de la vitalidad; todo parece que se rejuvenece en primavera. Y el mar
de fondo, divisando el verano en el horizonte.
Como cada año, esta maravillosa época llega cargada de eventos deportivos que se suceden de manera emocionante, a la vez, consecutivos, como fuegos artificiales que se solapan en el espacio y tiempo para crear una explosión de luz y destellos que a los aficionados nos dejan sin aliento, emocionados y con ganas de más.
En esta época
convergen los finales de temporada de las ligas y copas europeas de fútbol, determinando en varias
semanas la emoción de la clasificación final. Todo lo sembrado durante la
temporada, regado con esmero, abonado con ilusión y paciencia, y trabajado con
ahínco, es examinado ahora, cuando llega
la época de recolectar frutos. Ascensos y descensos épicos, históricas
clasificaciones europeas de modestos o novatos, consolidación de los más
fuertes, campeones de liga en finales de infarto, en un toma y daca sin cuartel
que deja a las aficiones vibrando cada fin de semana.
La Champions y la
Europa League se van acercando a la final, cada vez quedan menos equipos y la
emoción sube de manera inexplicable. No hay ya margen para el error, las
fuerzas flaquean y el valor se saca a base de talento y corazón. Los resultados
se dirimen por pequeños e imperceptibles detalles, con suaves toques del
destino que cambian el rumbo de un partido y un campeón en cuestión de segundos.
Lo mismo ocurre
con los playoffs de baloncesto tanto en la ACB como en la NBA: “win or go home”. Qué emoción
irrefrenable, las dos caras de la moneda, pasar o quedar eliminado. Este y
oeste, por territorios y conferencias o por continente en final a 4 (Final
Four), el caso es un formato a todo o nada que mantiene el espectáculo de
manera única. Absolutos atletas, fuerzas indomables de la naturaleza con un
talento descomunal para jugar al baloncesto enseñan al mundo la emoción y el significado
de anotar, pasar, jugar, pensar…..todo en equipo.
Esta época
también es la del despertar del albero, de ferias andaluzas (Sevilla, Jerez,
Córdoba…), toreo de pañuelos y corridas de bandera, y de la tierra batida para la raqueta:
Montecarlo, Godó, Madrid, Roma, Roland Garros… un espectáculo de bolas
manchadas de tierra rojiza, golpeadas al ritmo más lento pero preciosista del
circuito ATP y WTA. Bolas profundas, puntos trabajados y auténticas carreras,
derrapes y golpes in extremis nos esperan cada año sobre esta superficie. Preciosos
torneos, apetecibles para el espectador, impredecibles y sorprendentes en
muchas ocasiones. Colores y olores que irán dejando el paso alfombrado a la
posterior hierba fresca de Wimbledon y sus satélites, que contrastarán con su
velocidad y rapidez de juego, con su endiablada elegancia de saque y volea.
Llega también el
turno del ciclismo, con el sol que empieza a calentar las piernas de los
rodadores, en el que es probablemente uno de los deportes más duros y sacrificados
que existen. Tras una serie de vueltas cortas, la primavera nos trae con fuerza
la primera de las grandes rutas, el Giro, la “bella Italia”. Siempre con
el eje central del año en el horizonte, el tour de Francia. Llanuras, valles,
escarpadas montañas, terrenos rompe piernas…. Sacrificio extremo contra el
perfil del mundo, la tierra de Europa, las piernas de los rivales y el corazón
de uno mismo. ¡Qué espectáculo!
Vuelve igualmente
la pasión al sol del asfalto caliente, la temperatura que sube en el circuito
mediterráneo con el rugir del motor sobre dos y cuatro ruedas:
Jerez, Le Mans, Montmeló, Mónaco, Mugello... Emoción asegurada, valentía máxima y piques por todos
lados….
Aderezada la
primavera con unos toques adicionales de golf (Masters de Augusta), atletismo
(maratones de Boston, Londres, Madrid, Diamond League), triatlón, rally,
bádminton…..hay de todo y para todos. Menú degustación, menú emoción.
Sí, me gusta mucho esta época, la primavera intensa, repleta de emociones, de deportes a flor de piel en sus competiciones y formatos más álgidos, antesala de un verano cálido y con olor a mar donde el deporte sigue tomando aires diferentes según el pulso de su traje, con altibajos deliciosos que nos hacen sentir vivos, rejuvenecidos…. ¡viva la primavera deportiva!
No hay comentarios:
Publicar un comentario