Está de vuelta, otro año más. Se ha hecho esperar tres meses, pero por fin llegó. Tiene algo especial, y su presencia nos brinda una cálida sensación de estar acompañado, de que un nuevo curso empieza y de que todo está por descubrir y disfrutar. Es el fútbol en la competición doméstica, es el sabor de los “findes”, es la ilusión que recorre España cada semana: es la Liga.
Aún recuerdo aquel maravilloso anuncio televisivo de la competición liguera, bajo la voz en off de Fernando Fernán-Gómez, y que rezaba que “la liga es la vida”. Y es así de cierto. No se entiende este país sin su fútbol, como parte de su tradición y su cultura, y sin su Liga como competición que vertebra y regula el tempo social y emocional de todos nosotros.
La Liga es la dulce alegría que acompaña la rutina, entre jornada y jornada. El curso escolar empieza y acaba con la Liga, como lo hacen las vacaciones, las colecciones de cromos y otros muchos proyectos y actividades profesionales y personales. Actualmente, estira los fines de semana desde el viernes al lunes con el juego, y regatea los días laborables generando análisis de todo tipo, resultados, cábalas y expectativas para la siguiente jornada.

La Liga es un vehículo de enseñanza muy potente. “El que la sigue, la consigue”, o “a Dios rogando y con el mazo dando”, son refranes que sintetizan el valor principal de una competición como ésta: el premio a la constancia, a la regularidad, al esfuerzo. El foco humilde en la rutina y en el día a día, sin despistarse por cantos de sirena como la Champions, la Europa League, la Copa, Eurocopa o el Mundial. Que hay que jugarlo todo y tratar de ganar siempre, si, pero lo primero es la Liga. Antes la obligación que la devoción. Siempre. El esfuerzo disciplinado, a modo hormiga, es el que te da el éxito al final del curso. Como el tiempo, la Liga siempre pone a cada cual en el lugar que se merece, sin discusión. El fútbol y su competición tienen mucho reflejo del refranero español en la sociedad.

La profesionalización del fútbol y de sus organismos, la mayor inversión en formación base e infraestructuras, y la potenciación de los canales comerciales y de comunicación que lo regulan, son factores que han acelerado y optimizado la madurez del sector, en particular de instituciones como la Liga. Su responsabilidad es grande, pues hay que tratar con mimo cada detalle de un espectáculo sobre el que hay muchos ojos puestos, y muchos corazones.
Habrá quien esté conforme con el fútbol moderno y quien eche de menos el fútbol de antaño. Habrá quien vibre con el formato actual de competición o quien no entienda los cambios. Pero lo que está claro es que la Liga procura cuidar nuestra pasión de cerca y llevar nuestro fútbol lejos, conectar con la raíz de nuestros sentimientos, ofrecernos deporte de calidad y mantenernos ávidos de emoción, expectantes ante cada partido, cada jugada y cada gol…

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