viernes, 4 de agosto de 2017

Trabajo en silencio, éxito de escándalo: Mireia Belmonte

Fabulosa, increíble, decidida.  Potente, rápida, sonriente, feliz. Así despliega Mireia Belmonte todo su trabajo en la piscina, y acorde son sus resultados, vistosos y extraordinarios. Resultados que se siembran día a día con horas de esfuerzo en solitario, de sacrificio por una profesión y una vida deportiva.

Mireia Belmonte ha vuelto a ser este verano adalid de la marca España, bandera del deporte nacional que mira de frente al resto del mundo y reclama su sitio entre las mejores, para reconocimiento de la prensa, deportistas y la afición mundial. El asombro de sus gestas ya no son tan impactantes por lo novedoso, pues nos tiene mal acostumbrados a ello, sino por cómo se supera a sí misma año tras año, cómo va un poco más lejos en cada competición.

Cierto es que cuando al aficionado se le acostumbra a lo extraordinario, suele exigirlo de nuevo en cada ocasión sin valorarlo en su justa medida, distorsionando el esfuerzo que requiere lograr algo así, y errando al no darse cuenta de que mantenerse es aún más complicado que llegar. Gajes del oficio, vicios de la mente. En cualquier caso, este verano Mireia Belmonte ha conseguido de un plumazo seis medallas y un cuarto puesto. Enorme gesta. Se ha colgado un oro y dos platas en los mundiales de natación de Budapest (200 mariposa, 1500 y 400 estilos respectivamente). Y varios días después ha conseguido otras tres medallas, oro, plata y bronce, en la copa del mundo de Moscú (dos de ellas en el mismo día de competición, con apenas treinta minutos de diferencia).

En apenas diez días Mireia ha nadado más de diez pruebas al máximo nivel (a pesar de un proceso gripal que obstruía sus vías respiratorias). Y en apenas diez años de competición en la élite, ha conseguido la friolera de cuarenta y siete medallas (cuatro de ellas olímpicas), batiendo varios récords del mundo y nacionales, ha hecho temblar a sus rivales y ha puesto patas arriba aquellas piscinas por las que pasa, con los aficionados en pie. Y sobre todo ha conseguido emocionarnos a todos, al descubrir que tenemos un pez en nuestras aguas que compite a tope allá donde nada.

Mireia, aquella que arrastra con ímpetu ejemplar su fe en sí misma y en su talento, y su actitud valiente y persistente. Pero sobretodo su fuerza de voluntad y capacidad de sacrificio. Horas, meses y años de titánico trabajo en la sombra, de pasar más tiempo dentro del agua que fuera. El trabajo de piscina es lento, silencioso, intenso. No hace ruido, pero exige hasta el límite a todos los músculos y órganos del cuerpo, hasta sacar la máxima capacidad del nadador.



Mireia, disciplinada como nadie. Nadadora desde pequeña por necesidad y consejo médico. Asmática y alérgica al cloro. Y aun así es la mejor nadadora española de la historia, y una de las mejores de la actualidad mundial. Orgullo de todos y ejemplo de superación, de lucha por un sueño. Mujer que lo da todo, y persona agradecida con el entorno. Trabajadora incansable, discreta, en silencio. La paz y quietud de la piscina se transforman en ruido, emoción y explosión de talento cuando Mireia se desliza por el agua. Escandalosos éxitos acuáticos que celebramos oportunamente,  dando gracias a su esfuerzo y trabajo bien hecho, que nos permiten vibrar en cada campeonato. Con Mireia podemos competir de tú a tú con el mundo, podemos llenar los pulmones de aire y seguir nadando, podemos sentir que nunca dejará de sorprendernos.


Mireia, inasequible al desaliento, mujer de bandera, deportista de élite. Sirena de España, nadadora mundial, ejemplo y orgullo. Campeona de todo, a pesar de los obstáculos,  de los sesgos sociales y mediáticos en los deportes minoritarios. Tenemos que agradecerte mucho más de lo que piensas, por tu coraje, por tu fuerza. Por llevar el gen competitivo y ganador dentro de ti, y desarrollarlo cada día. Ese instinto que compartes con otros monstruos del deporte español que en las últimas décadas nos habéis demostrado que somos más grandes de lo que pensamos (Nieto, Ballesteros, Indurain,  Gasol, Nadal….). Leyenda viva en la que confiar, espejo en el que mirarseAquella que siembra su trabajo en silencio, y recoge como fruto reconocimiento y éxito de escándaloMireia Belmonte y olé.

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