España y su deporte siguen
derribando muros. Lo que hace unos años era quizás una de las utopías
deportivas más grandes del momento, se convirtió este fin de semana pasado en
realidad: la selección masculina de rugby 7 (modalidad seven), batió por primera vez en un partido oficial a los
todopoderosos All Blacks de Nueva Zelanda. La última jugada, el fabuloso ensayo
de Pol Pla con el que España certificó su victoria, ha dado la vuelta al mundo
por su brillantez y espectacularidad, y refleja la capacidad de superación, la
confianza en uno mismo y en el trabajo de todo un equipo a lo largo del tiempo.
Tras cuatro derrotas consecutivas ante Nueva Zelanda, a la quinta fue la
vencida.
Este hito es historia pura, un
hecho sin precedentes que confirma el buen hacer en los últimos años de nuestro
rugby. Sin ir más lejos, la selección española de rugby seven está realizando
la mejor campaña de su historia hasta la fecha en las Series Mundiales. No es
casualidad por tanto que los resultados estén acompañando de una manera tan
fantástica, en diversas categorías y torneos. España está en un momento de
explosión, de crecer y dar un enorme salto de calidad en el rugby a nivel
europeo y mundial. Ahora mismo estamos viviendo esa transición, y muy
rápidamente.
El rugby es uno de los deportes
que más solera e historia tienen, pero tradicionalmente había estado más
aislado, limitado a un nicho más reducido y olvidado (y en España aún más). Para
muestra, el increíble dato de que este clásico juego no ha sido incluido como
disciplina olímpica hasta hace bien poco, desde de Río 2016 (en modalidad
seven). Algo empezó a cambiar a partir del siglo XXI, con la explosión y el
cambio de paradigma del deporte como modelo de negocio en transformación. En la
última década, la progresión del rugby mundial ha sido notoriamente
extraordinaria, mostrando un crecimiento imparable. En España, por ejemplo, casi
se ha duplicado el número de licencias federativas en el periodo 2008-2018, tanto
para jugadores, entrenadores y árbitros.
Desde la base (infantil, juvenil,
universitario), las nuevas generaciones vienen con una motivación especial por
este deporte y sus valores, por su desarrollo y su globalización. Existe un
interés y participación creciente en cuanto al número de asociaciones, clubes,
colegios y escuelas municipales que apuestan directamente por el rugby como
soporte formativo, y que inician a los niños en su práctica (hecho que se ha
extendido considerablemente por nuestra geografía). Obviamente, este movimiento
viene favorecido por una imprescindible mejor estructura federativa y un plan
estratégico a largo plazo, un mayor apoyo institucional y una visibilidad impulsada
indudablemente por el auge de la mujer y los programas de apoyo social al
deporte femenino.
Los resultados deportivos
cosechados por nuestras secciones de rugby en diferentes categorías se
encuadran en un marco de apoyo e implicación general que hay en el país por
este deporte, fomentado por diferentes eventos y programas que se vienen
organizando en colaboración con agentes europeos y mundiales como son World Rugby, el Consejo Superior de
Deportes o la Federación Española de Rugby. El European Rugby Champions & Challenge Cup de Bilbao 2018, o los
programas “Get Into Rugby”, “Mujer y
Rugby”, “Universo Mujer”, “Rugby Escolar” etc., ayudan a que el deporte del
balón ovalado se esté consolidando en nuestro país como una opción potente y de
futuro.
El “momentum” del rugby es ahora. Posee un gran efecto contagio, que se
propaga rápidamente a todos los niveles de capilaridad social. En el plano
económico se está subiendo además a la ola de un mercado expansivo, de apoyo de
los patrocinadores y de difusión mundial como nunca hubo en torno al rugby. El
talento se va sembrando, puliendo, y las diferencias de nivel se acortan en la
élite, con lo cual las competiciones son más igualadas y atractivas, lo que
favorece el espectáculo, la pasión y divulgación de sus valores, así como la
generación de un porfolio de oportunidades de negocio en colaboración con
diversos socios e industrias de toda índole.
España es uno de los países que
más margen de crecimiento tenía en el rugby, y está recorriendo el camino de
manera sólida y brillante, en nuestro caso motivados por el potentísimo efecto
llamada de nuestras selecciones nacionales, que crecen y se superan en casi
todos los deportes colectivos en torno a los conceptos de “equipo unido y familia”,
“valores y oportunidades”, “igualdad y talento”. La Marca España se sigue
construyendo de manera robusta, y en los últimos años el rugby tiene mucho que
ver en ella, porque en la medida en que la sociedad va entendiendo más este
deporte, va encontrando en él un reflejo de honradez y nobleza, de deporte
limpio, emocionante y con una ética que va mucho más allá de los prejuicios que
sobre él existían hace no muchos años (el clásico “deporte para brutos” …).
Los leones y leonas, ese colectivo del rugby de élite español, son nuestros
más potentes embajadores de este deporte en el mundo. Proyectan hacia fuera el
sentimiento que existe desde dentro, del país al mundo, del corazón al
universo. En ellos converge el empuje de diversidad deportiva, generacional y
de mentalidad, de derribar muros y conquistar fronteras, y de creer en uno
mismo y en el compañero de equipo por encima de la historia.
La victoria sobre los All Black ha puesto de manifiesto un hecho innegable e imparable: el rugby corre mucho y bien, crece sano y seguro, adelanta por las alas a quienes le salen al paso, demuestra su valía con enormes ensayos de pasión, y es un deporte en transformación, fuerte y emergente del panorama actual, reclamando su sitio y la atención que merece en un mundo y un negocio deportivo que empiezan a reconocer todo su valor y su potencial. Gracias y enhorabuena, leones y leonas, por creer en vosotros y vuestro futuro más que nadie, y por conseguir que cada vez más gente nos subamos a un carro de tremenda alegría deportiva: el rugby nacional y mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario